Colección Silvane
En
el mundo del coleccionismo siempre hay cierto número de colecciones de
calidad que son muy poco conocidas. Este es el caso de la Colección Silvane,
fruto de la labor de Josep Amigó (1924-2008) en
los últimos veinticinco años.
El
señor Amigó, como le conocíamos todos, era ante todo un coleccionista y aunque durante
muchos años tuvo colecciones de trenes, filatelia, numismática... siempre expresó su
preferencia por la mineralogía y terminó coleccionando sólo minerales. Siempre decía
descubrir detalles, para él inéditos, en cada nueva observación de un ejemplar,
y eso era algo que no le sucedía con ninguna otra de sus colecciones.
Tuvo
una primera época en la que reunió un conjunto de minerales de
calidad correcta, pero se deshizo de ellos, porque no colmaban sus deseos de
variedad sistemática y gusto refinado. Cuando
a mediados de los 70 y principios de los 80, con los generosos hallazgos de Kalahari,
Touissit y la India, se generaron excelentes expectativas en cuanto a nuevas
especies se refiere, y además el concepto
de mineralogía de colección se modernizó desde el punto
de vista patrimonial, cuidado y presentación de los ejemplares, se despertó nuevamente
en el Sr. Amigó el gusanillo
de los minerales. Su encuentro con Jordi en la edición de 1985
de la feria Expominer y la compra de una Barita azul de la mina Moscona le animaron
todavía más.
A partir de ese momento se convirtió en fiel visitante del local de Jordi
cada vez que éste
volvía de algún viaje o Feria, lo que le facilitaba escoger los
ejemplares que más
le gustaban. Esta posibilidad de elección, junto con la llegada de excelentes
ejemplares de Rusia, Afganistán, Pakistán y más recientemente
de China, no hizo más que confirmar
y asentar su colección.
Reunida
con tiempo, discreción y buen gusto, la Colección Silvane fue creciendo hasta llegar a
más de 700 ejemplares, algunos de ellos excepcionales pero todos elegidos con el mejor gusto y
criterio. El Sr. Amigó nunca alardeó de grandes conocimientos, pero siempre aplicaba un
principio a su elección: aparte de gustarle y ser estético, el ejemplar debía explicarle
algo. Fue con esa mezcla de intuición y buen gusto que llegó a reunir su excelente colección,
muy por encima de la media de las colecciones españolas.
Recuerdo
especialmente los encuentros en el local de Jordi en los que el Sr. Amigó iba
comentando los porqués,
tanto de sus elecciones como de sus no elecciones, con su cáustico y fino
sentido del humor. Tales reuniones solían acabar a menudo frente a una
mesa bien dispuesta, con sabrosos platos, regados con generosos caldos. Para él
(y también para mí) era el corolario perfecto de una
sesión mineralógica. A dichas visitas debo sumar con satisfacción
nuestros frecuentes encuentros en su casa, donde aparte de detallados repasos
a los minerales y la mineralogía
tuvimos también ocasión de hablar sobre lo divino y lo humano.
Devoto
de su familia no dudó en bautizar la colección con el nombre de Silvane, resultado de unir
los nombres de sus dos nietas, Silvia y Ana Elena (a quién familiarmente llaman Anelen).
En
fin, una preciosa colección, toda ella de un nivel muy alto, sin piezas mediocres o desechables,
en la que están muy bien representadas las Fluoritas y las Calcitas, que le gustaban especialmente,
pero que incluye también extraordinarios ejemplares de especies poco comunes, ya que sabía
escuchar (y sopesar) consejos. Si le recomendaban especialmente alguna especie que él no conocía
y le “entraba”, también se la quedaba gustoso. Clásicos de Tsumeb, Marruecos,
Estados Unidos, etcétera, y clásicos modernos de Rusia, China y Pakistán-Afganistán,
ennoblecen esta colección, cuyo balance entre estética y rareza es muy satisfactorio.
Estoy
seguro que esta magnífica colección colmará las expectativas de muchos coleccionistas
que tendrán (y sabrán) apreciar todos y cada uno de los ejemplares que contiene.
Carles Curto Milà
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El Sr. Amigó en
nuestro local,
en Agosto de 2004,
sopesando
ejemplares para su colección.

Aparte
de gustarle y ser estético,
el ejemplar debía explicarle algo.

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