Jordi Fabre presentó
en su página web hace unas semanas la adquisición de una colección
(clásica, a mi entender) que incluía notables especies españolas
y portuguesas, además de significativas piezas de otras localidades del
resto del planetilla. El Museo de Ciencias Naturales le rogó entonces tener
la posibilidad (el tiempo) de tramitar administrativamente la posibilidad de su
adquisición (España y Portugal exclusivamente).
La colección
a la que me refiero representa una extraordinaria época de la mineralogía
ibérica, la comprendida entre los años 1975-1990. Habrá colisteros
que desconocerán (por su juventud) qué pasaba por aquella época
en Panasqueira, o qué geodas se abrieron en Berbes (La Cabaña en
concreto) en la década de los 80. Os aseguro que el fondo que Jordi trabajó
en aquella época y que algunos coleccionistas españoles agradecieron
e incluyeron en sus colecciones fue excepcional.
El motivo de mi
correo no es otro que agradecer a Jordi Fabre, públicamente, el talante
que ha tenido para con un "museo de pueblo", permitiéndome el
tiempo necesario para proceder a la siempre tediosa y difícil tramitación
administrativa de una adquisición de "piedras".
Curiosamente, el
resultado ha sido positivo. Créanme que he sido el primer sorprendido y,
posiblemente, Jordi el segundo, y desde luego, los que tuvieron la posibilidad
de verla en Bilbao, los terceros. Digo esto, porque me siento orgulloso de que
una institución pública española, en los días que
corren, se haya entretenido en valorar objetivamente la dimensión de una
propuesta de estas características.
Sé que los
coleccionistas que vieron lo más representativo de esta colección
la semana pasada en Fosminer, lamentarán no poder incluir alguna de las
piezas que la componían en sus respectivas colecciones, pero también
sé que la mayoría de ellos, por no decir todos, se alegrarán
también de que un fondo tan homogéneo e impecable no se DISGREGUE
y permanezca al alcance de todos en una, aunque modesta, ilusionada institución
pública de provincias.
Aunque sé
que no significa mucho esta afirmación, en los días que corren,
aquí tenéis, en Vitoria, todos los amantes de la mineralogía
ibérica, el resultado de un trabajo extraordinariamente bien hecho entre
dos voluntades, la de Jordi Fabre "picando" las piezas en este alucinante
mundillo de dios, y la de un coleccionista anónimo que estuvo dispuesto,
en una época de su vida, a crear un fondo único e irrepetible.
Gracias de las
de verdad (no protocolarias) a ambos. Gracias también a todos los AMIGOS
(en su sentido estricto) que han tenido la paciencia y la osadía de esperar,
esta vez en vano, la legítima y maravillosa aventura de configurar SU COLECCIÓN,
su sueño particular.
Agradecido
Jesús
Alonso,
Museo de Ciencias Naturales